Llegó a la casa (y se quedaron para siempre) una invasión de Superman super-ultra-hiper-musculosos.
El clima estuvo genial, con una temperatura muy agradable y una brisa que a ratos aliviaba el calor y sudor de las caritas de los niños.
La "venta" de helados estuvo muy buena, ya que el esfuerzo físico que implicaba estar jugando en el Conejo-resbalín-saltarín era grande. Luego hizo hambre... y magicamente aparecieron los completos bien completos, alfajores, cuchuflíes y un buen stock de dulces varios, sin olvidarnos del bebestible. Pero como esta generación de niños es muy preocupada, rapidamente fueron a gastar las calorías adquiridas al Conejo-resbalín-saltarín.
No podía faltar el dulce canto de un coro improvisado, entonando las difíciles acordes del "Cumpleaños Feliz", apagamos la torta y posamos para la posteridad.
De ahí en adelante ya fue improvisación: completitos para los grandes, cafecito para las amigas, cervecita para los papás.
Y para los que bien conocen a Marcos, no pueden sorprenderse si les cuento que la luna fue testigo de la preparación de un rico, conversado e informal asadito.
Raya para la suma: quedamos cansados pero muy contentos.
1 comentario:
Marifé dijo...
Se nota que tanto pequeños como grandes pasásteis un día feliz.
Los 6 años representan el paso a una nueva etapa en la vida, pues ya no es todo sólo jugar sino que comienza la responsabilidad de estudiar, las tareas escolares, las notas...
¡Suerte para Eduardo en el recorrido de este nuevo tramo de su vida!
10/30/2006 3:56 PM
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