Ya falta muy poco para recibir un nuevo año y nosotros con la duda de si ir a ver el espectáculo de fuegos artificiales más grande del mundo ó organizar una comida entretendida, con bailoteo y todo, acá en casa. Por mí haría las dos cosas pero es casi imposible. Ir a ver los fuegos implica irse temprano a Valparaíso y salir de allí luego que termine todo es una tarea titánica: miles y miles de gente, atochamiento en las calles... no llegaríamos a casa antes de las 02:00, con suerte, y de ahí comenzar la fiesta!!, nooooooooooooooo, gracias.
Sobre nuestra experiencia de las cartas al "Viejito Pascuero" nos fué más o menos. El domingo al mediodía salimos a dejar los regalos, fuimos todos, Marcos, los niños, yo (obviamente) y mis papis. La primera casa que encontramos fue la de Juan, metida entre unos cerros, con largas escaleras, calles de tierra, casas chiquitas... y no estaban, pero al lado vivían unos familiares y ubicaron a la mamá de Juan, en unos minutos llegó. Era una mujer joven y estaba muy sorprendida, no sabía nada de la carta que su hijo había mandado, nos contó que tenía 7 hijos, pero sólo 5 estaban con ella. Como Juan no estaba, llamó a su hermano gemelo, Alexis, un joven de 15 años, por lo que Juan tiene la misma edad y me sorprendí. Él indicaba en la tarjeta que había pasado a 7º año básico, por lo que yo calculé unos 12 años, pero se me olvidó el gran detalle de los problemas de escolaridad que tienen los jóvenes de escasos recursos, me sentí tan tonta, pero alegre por saber de que, a pesar del retraso en sus estudios, aún seguía estudiando. Como Juan no llegaba y ya llevabamos un buen rato conversando, decidimos entregarle la caja a la mamá y el regalo que le llevábamos a Juan, a pesar de que no pidió nada para él, se lo entregamos a su hermano menor. Ambos se emocionaron muchísimo, a la madre se le llenaron los ojos de lágrimas y nos agradecía mucho, yo le dije que agradeciera a su hijo, que nosotros sólo eramos intermediarios entre el Viejito y ellos. Nos despedimos con un gran abrazo y nos dejó invitados para que cualquier otro día fuésemos a conocer a Juan.
Esa era la parte "más", recuerden que dije que nos fué "más o menos"
Ahora viene la parte "menos". Subimos más el cerro y llegamos a una calle casi imposible de cruzar en auto. Paramos frente a una Sede Social y Marcos se acercó a preguntar por la casa que nos faltaba, la de Pilar. Quedaba justo al frente nuestro, pero metros más abajo, en una quebrada, habían dos mujeres jóvenes lavando ropa y preguntamos por Pilar, nos dijeron que era "su mamá", con Marcos nos miramos y repetimos el nombre con el apellido, les mostramos la carta y nos dijeron: "sí, es nuestra mamá, ella escribió", pero lo que no nos pareció bien, fué que la persona que nos acompañaba de la Sede Social les decía "pero su mamá no puede ser, debe ser la Pilarcita, la niña" y ellas se miraban muy extrañas entre sí, cómo preguntándose "¿cuál niña?".... En vista, de que Pilar no estaba, ya sea adulta o niña, y nos sentimos muy engañados por las actitudes, decidimos irnos, sin dejar nada.
En el auto hubo un rotundo silencio por unos minutos y nos preguntamos por la caja, entonces decidimos ir a casa de la señora que nos viene a planchar y le dejamos la caja a ella. Se sintió muy sorprendida, contenta y agradecida..
... y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Fin